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Oficios desaparecidos.- El carbonero

Mª Dolores López-Tercero Sánchez.- El oficio de carbonero, existente casi desde la aparición del ser humano, fue uno de los oficios más extendidos en toda la Península Ibérica, especialmente en las zonas boscosas y de montaña, por ser el lugar del que extraían la materia prima y en la que llevaban a cabo el proceso de transformación de la madera en carbón vegetal.

Si quieres saber en qué meses se desarrollaba este oficio, cómo eran las antiguas carboneras y el modo de obtener este bien tan preciado en el pasado y quiénes eran los principales consumidores del mismo, entre otras cosas, te invitamos a seguir leyendo.


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El trabajo de los carboneros, o piconeros, era desarrollado desde los meses de verano, hasta finales de invierno.

Para ello se organizaban en cuadrillas de no más de cinco hombres, entre los que se encontraba el capataz, que estaba al mando del resto. Este grupo se desplazada a las zonas de montaña, donde fabricaban chozas, algunas de las cuales aún se pueden ver en ciertas zonas de España, con materiales de la zona para pasar los meses que les llevaba su trabajo, ya que no podían descuidar en ningún momento la combustión de los hornos.

Las carboneras, u hornos, también eran elaboradas por los propios carboneros. Para ello, debían acondicionar bien la zona, para evitar la entrada de oxígeno no controlado y que ardiera toda la madera. En la zona inferior de la carbonera eran colocadas las ramas más gruesas y los troncos de árboles, y en la superior, las ramas más pequeñas. Todo ello formaba una especie de cúpula, cubierta con paja que servía de aislante.


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En el interior, se procedía a la cocción de estas maderas con un fuego controlado y que duraba 25 días sin apagarse, de ahí la importancia de hacer noche en el mismo lugar de trabajo. Los carboneros debían estar alerta con el modo de cocción, regulando la misma por medio de la única apertura con que contaba el horno, que estaba situada en la parte superior, a la cual se accedía mediante una escalera.

Una vez transcurrido el tiempo necesario, las maderas daban lugar al carbón vegetal, obteniéndose de cada 5kg de madera, tan sólo 1kg de carbón.

Este carbón vegetal, era llevado y vendido en las ciudades, donde los vecinos lo empleaban para diversas tareas del día a día, como por ejemplo: el encendido de estufas, hornos, como combustible de coches de gasógeno, en las fraguas o para el interior de las antiguas planchas de hierro, empleadas tanto en los hogares de los más pudientes como en las sastrerías.

Oficio, el de carbonero, que se vio destinado a casi desaparecer a mediados del siglo XX, como muchos otros, por la llegada del petróleo, de la electricidad y el gas butano.


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Aunque, en la actualidad, el carbón vegetal sigue siendo empleado por un número reducido de españoles para las barbacoas domésticas o en restaurantes y asadores; existiendo algunas familias de Extremadura que se resisten a hacer desaparecer este ancestral oficio.

 

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