Reflexiones de un «armao» de Moral de Calatrava.

Diego Ruiz Ontiveros

Diego Ruiz Ontiveros.- «Como corresponsal de Los Armaos acudo a los vecinos y vecinas de Moral de Cva, mi ciudad natal, pidiéndoles ayuda, tanto para que cumplan lo que la buena crianza y la educación cívica requiere, como para que inciten a que lo hagan quienes no cumplan como todos y todas debemos cumplir en nuestro cotidiano vivir con nuestros familiares, amigos, conocidos, y, en general, con vecinos para que Moral de Calatrava siga siendo una ciudad limpia y tranquila.

Moraleños y moraleñas, el corresponsal os invita, convoca y pide que deis testimonio de cuanta es nuestra alegría al comprobar que somos uno de los que mas amamos la Semana Santa.

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Por esto, os agradezco la buena voluntad y la ayuda de todos vosotros y vosotras. Es pilar fundamental y popular que la Semana Santa en nuestro pueblo profeta en nuestra tierra y que no tiene nada que envidiar a otras de Castilla-La Mancha. La Semana Santa aquí y en el resto de España, aumenta considerablemente su atractivo, ya que en cada sitio y lugar se celebra con unas determinadas costumbres diferentes, que las hacen distintas unas de otras y les dan su propia personalidad.

También quiero recordar que todos y todas, moraleños y residentes ausentes, deberían estar contentos y orgullosos por el monumento y recuerdo a nuestra Semana Santa, ubicado en la Plaza de España de nuestro municipio, frente a la casa consistorial y la iglesia parroquial, San Andrés Apóstol.
Es inmensa e inagotable la riqueza cristiana de la Semana Santa vivida con atención desde el corazón, no solo en las calles, sino en los templos, participando en la bellísima liturgia de estos días santos, encontrando tiempo y espacio apropiados para la meditación y contemplación de los misterios que celebramos.

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Es fuente inagotable de vida.
Desde la muerte y resurrección de Cristo, nuestra vida personal y social adquiere un sentido nuevo. Ya no vivimos por encima de todos y en primer lugar para nosotros mismos, los otros cuentan. Vivimos su servicio, sobre todo cuando se trata de personas más débiles. En la sociedad no estamos para aprovecharnos de nadie, sino que adquirimos responsabilidades sociales, económicas y políticas.
Problemas como el paro, con todas las terribles consecuencias que conllevan, no nos pueden dejar indiferentes. Nos sentimos urgidos a hacer cuanto este a nuestro alcance para que la vida que procede de Cristo resucitado llegue a todos.
La Semana Santa vivida con espíritu cristiano de verdad, nos impulsa al amor verdadero; porque en ella encontramos el amor de Dios a los hombres y mujeres y la invitación urgente a vivir nuestro amor sincero y eficaz hacia nosotros, hermanos, sobre todo hacia los mas necesitados.

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  En la Semana Santa así vivida, encontramos la razón más digna de nuestra esperanza, los últimos motivos para esperar más allá de cualquier dificultad afianzados en la verdadera alegría, animados a trabajar sin descanso, a favor de la vida de la fraternidad entre los hombres y mujeres de los pueblos y de la tierra, porque la pascua de Cristo es nuestra pascua.
Por el sufrimiento, el trabajo, el dolor, llegamos a la luz, a la alegría y a la vida.
Por último, me despido diciendo que si todos los bienes y recursos que existen y se producen se ajustaran a las necesidades y al desarrollo integral de todos los seres humanos, sería posible atender a pobres y necesitados».

El corresponsal Diego Capa, de la compañía romana «Los Armaos».