EL RECUERDO QUE NOS DEJA DOÑA FELISA

 

Todo el pueblo de Moral de Calatrava se despide de «su maestra». 

Apenas han pasado un par de horas desde que te has llevado mi último adiós, en una despedida junto a todo un pueblo en el que dejas una profunda huella. Un pueblo para el que serás inmortal.

Para mí, al igual que para muchos jóvenes, y otros no tanto, de Moral fuiste NUESTRA MAESTRA, así, con mayúsculas.

Haciendo un poco de memoria, aún te recuerdo llegar al colegio en aquel escarabajo azul que ya era una de tus señas de identidad. Cuando, en un día cualquiera de clase, teníamos que salir a la mesa de la maestra para recitar las tablas de multiplicar. La vergüenza se apoderaba de todo mi ser durante aquellos minutos interminables, y los nervios de estar ante toda una clase, hacían que mis manos se enredasen haciendo un gurruño mi falda. Cierro los ojos y aún puedo sentir tus manos cogiendo las mías, mientras tus labios, con esa eterna sonrisa que sin duda te has llevado al Cielo, me decían: “dejáte la falda, con lo bonita que es y la vas a estropear”.

Son muchos los recuerdos que me llevo de aquellos preciosos años pero, sin duda, los mejores han sido los últimos, cuando mi madurez me ha llevado a reencontrarme contigo después de tantos años. Estos últimos años de largas, divertidas y muy amenas charlas, en las que no faltaba algo de chocolate negro, almendras y un vasito de mistela con lo que te gustaba agasajar a tus invitados.

Nos han quedado muchas conversaciones pendientes. Muchos ratos en los que, como cuando tenía seis años, me enseñabas sobre la vida, pero sobre todo me enseñabas de cercanía, de humildad.

Soy consciente de que será muy difícil encontrar en la vida una persona con los mismos valores que tú tenías, con esa arrolladora forma de ser, con un corazón tan grande y tan lleno de amor, con la alegría que desprendías cuando veías por la calle a la gente de tu pueblo, a un pueblo que hoy dejas huérfano.

Hace unos años pasamos una maravillosa tarde juntas, en la que me contabas con gran ilusión recuerdos de toda una vida. A partir de ahí, redacté la siguiente entrevista que hoy, a modo de homenaje, Esquina de Mauricio quiere recordar:

«Felisa Quero Jiménez, más conocida en Moral de Calatrava como Doña Felisa por su dedicación durante décadas a la enseñanza de los más pequeños de la localidad, nació en 1939. 

Aunque no es natural de esta localidad ha pasado la mayoría de su vida aquí y está casada con Joaquín Zarco, moraleño.

Llegó a nuestro pueblo cuando tenía 6 años, con su padre D. Manuel Quero que era médico y vino destinado desde Villanueva de San Carlos (Ciudad Real), siendo ella la mayor de un total de seis hermanos.  Felisa nos cuenta que su padre trabajó parte de su vida en Madrid (como puericultor) con un prestigioso doctor de la capital española pero, tras la Guerra Civil  le designaron un pueblo muy pequeño del que ella guarda muy buenos recuerdos y afirma visitar de vez en cuando.

Cuando se instalaron en Moral fue en los tiempos del médico D. Julián, estando éste y su padre D. Manuel a cargo de los cuidados de los enfermos, tanto niños como mayores, de este pueblo. Trabajaban las veinticuatro horas del día, pues siempre estaban a disposición de sus pacientes tanto de día como de noche pero, cuando su padre contaba ya con cierta edad pidió el traslado a una ciudad donde hubiera más médicos y medios y pudiera descansar, pues su salud no era tan buena como cuando era joven. De este modo su padre marchó a Huelva pero, Felisa se quedó aquí estudiando Magisterio.

En un principio comenzó estudiando Farmacia. Acabó el Bachiller Superior en Madrid, donde comenzó sus primeros estudios en materia de medicina, pues su tía era dueña de una farmacia que iba a dejarle a ella en un futuro. Todo cambió cuando se hizo novia con su marido, Joaquín Zarco, y decidió quedarse en Moral estudiando Magisterio a distancia, de modo que podía estudiar en casa y estar con él. Algo de lo que no se ha arrepentido jamás.

Las oposiciones también se las preparó aquí y aunque no las aprobó a la primera, la segunda vez que se presento, junto a su hermana que también estudió Magisterio, aprobaron las dos.

Con su marido, a quien conoce de toda la vida pues era uno de sus amigos de la infancia (junto con sus amigas: “Carmenchín”, Paquita Tera con quien pasaba largas horas, Sebastiana y Manuela Ruiz), fue novia durante seis años antes de casarse. Durante catorce años y ya en compañía de sus dos hijas mayores Felisa y María, estuvieron viviendo en uno de los pisos de la Casa de los Burgos, actual Palacio del Gobernador. Posteriormente, tuvieron que trasladarse a otras ciudades por motivos de trabajo, siendo en Galicia donde nació su tercer hijo, Francisco. Tras su estancia en Galicia se trasladaron de forma definitiva a Moral pero su cuarto hijo, Joaquín nació en Huelva, ciudad en la que se encontraba la familia debido a la boda de la hermana pequeña de Felisa.

Tras ejercer como maestra en distintos colegios de la geografía española y del campo de Calatrava, como una aldea de Albacete o Bolaños, entre otros,  dedicó la mayor parte de su vida a la enseñanza en el Colegio Agustín Sanz de nuestro municipio, hasta que se jubiló en el año 2001. Reconoce que cuando algunos de sus alumnos le saludan o visitan le da mucha alegría, pues todos en el pueblo se portan muy bien con ella.

Estos últimos años los ha dedicado a dar catequesis a los niños que se preparan para recibir su Primera Comunión pero es algo que también ha dejado ya debido a su edad, dedicando en la actualidad la mayor parte del tiempo a leer y charlar con su marido mientras este realiza maravillosos marcos de marquetería.»

Para ti, doña Felisa, nuestro más tierno, sincero y eterno recuerdo.