Mª Dolores López-Tercero Sánchez.- Antes de la llegada de la industria, el trabajo del cordelero, como la mayoría de los ya desaparecidos, era realizado de forma manual.
Oficio en el que debía haber un maestro, el cordelero, y un aprendiz que le ayudara con la elaboración de la cuerda de cáñamo.
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Si quieres saber más sobre este antiguo trabajo, llevado a cabo en nuestro país desde hacía siglos, Esquina de Mauricio te invita a seguir leyendo.
El cordelero era aquel que, habiendo obtenido, de forma previa, las fibras vegetales de cáñamo y habiéndolas peinado, fabricaba cuerdas, cordeles y otros productos obtenidos de este material. Productos que posteriormente vendía a otros artesanos como, por ejemplo, el zapatero o ebanista.
Era un oficio desempeñado, generalmente, al aire libre, y lejos del centro urbano, en el que dos manos no eran suficientes para la labor, pues necesitaban la colaboración de un aprendiz, quien normalmente era un niño que ayudaba dándole vueltas a la rueda de madera, mientras el cordelero obtenía los hilos de cáñamo.
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Las herramientas utilizadas para el desarrollo de este oficio eran: una rueda de madera, movida mediante un sistema de poleas; varios soportes; un gancho para torcer el material; una trompa de castaño, en la que los hilos iban retorciéndose entre sí para formar la cuerda; las lometas, para recoger los rollos de cuerda; cuchillas y, tijeras.
El cordelero ataba alrededor de su cintura los manojos de cáñamo, de los que extraía una hebra que retorcía con sus dedos, obteniendo de este modo el primer hilo. Este hilo, se ataba en el gancho de la rueda, la cual se hacía girar, por el aprendiz, con movimientos constantes, mientras que el maestro caminaba hacia atrás, de modo que el hilo se iba estirando, formándose de la extracción de hebras de cáñamo de su cintura.
Uniendo varios hilos, de la longitud deseada, y retorciéndolos en las tornetas, se obtenían las cuerdas, cuyo grosor dependía del número de hilos utilizados.
Éste no era uno de los oficios mejor pagados, pero daba para la subsistencia de toda una familia, en ocasiones de más de cinco hijos, ya que, por ejemplo, en los años cincuenta, el cordelero obtenía por su trabajo una media de 300 pesetas, y el aprendiz, de 75 pesetas.
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Como curiosidad, decir que no sólo recibían el nombre de cordeleros los que desempeñaban este oficio ya extinto, sino también los religiosos franciscanos, por ser una cuerda de cáñamo la que ataban a su cintura con los tres nudos característicos de esta orden regular.
Si quieres saber con mayor precisión cómo era desarrollado este oficio, te invitamos a ver el siguiente vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=d5ukKHocTWg
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