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Oficios desaparecidos.- El trillero

Mª Dolores López-Tercero Sánchez.- Hasta no hace tantos años, separar el grano de la paja era un trabajo manual, para el cual se debía llevar a cabo un proceso en el que, muchas veces, participaba toda la familia.

Era imprescindible, para poder realizar esta labor, la tarea previa del trillero, encargado de fabricar las famosas trillas. Si quieres saber más sobre este oficio, o sobre cómo se trillaban las cosechas, Esquina de Mauricio te invita a seguir leyendo.


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Una vez segadas las cosechas con una hoz, y teniendo hechas las garbas, eran llevadas a las eras (espacio de tierra firme, en ocasiones empedrada), donde eran extendidas para ser trilladas.

Se aprovechaba la humedad de las mañanas para realizar esta labor, evitando así que se perdieran los granos que se iban esparciendo por la zona.

Para poder realizar esta tarea, eran necesarios los trillos, tirados por mulas o bueyes, dirigidos por un señor y, en muchas ocasiones, se podían ver niños subidos encima, para ayudar con su peso a trillar mejor.

De tal modo, se hacía necesaria la figura del trillero, el artesano que realizaba esta útil herramienta.


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Eran los meses de invierno los dedicados a la labor de fabricación de los trillos, pudiendo verse en la fachada de la casa de este trabajador maderas expuestas al sol, para que se secaran y, posteriormente, poder trabajar con ellas.

Los trillos eran fabricados mediante la unión de varios listones de madera, dando lugar a un tablero de madera con forma rectangular, acabado uno de sus extremos más estrecho en forma curva. Una de sus caras, la encargada de trillar la cosecha, presentaba incrustaciones de lascas de piedras afiladas, las cuales habían sido puestas una a una con maza y martillo.

En Moral de Calatrava, muchos de nuestros mayores recuerdan perfectamente como era esta labor, en la que participaban siempre que podían, subidos en la trilla como si de un juego más se tratase y, de la que recuerdan cómo se lo pasaban en grande.


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En la actualidad, aún podemos encontrar algunos restos de estas antiguas eras en la localidad moraleña, la mayoría todavía empedradas y situadas siempre a las afueras del núcleo de población. Así como también podemos ver la presencia de trillos en algunas casas de particulares y lugares públicos, perdiendo su principal función agrícola para, en la actualidad, servir de elemento decorativo.

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