Tomás Fernández Moreno.- Nació en Moral de Calatrava, provincia de Ciudad Real, España, el 13 de febrero de 1908. Hijo de dos maestros de educación primaria: D. Casto Luis Jiménez y Da. María Luisa Navarrete Jordán. Persona de estatura alta y de complexión delgada; con rasgos como su nariz aguileña que destacaba con fuerza en su rostro y dotado de una envidiable energía, en fin, todo un personaje.
El tono y las ideas claras con que se expresaba denotaban en él un talante abierto, muy bien formado y perfectamente al día de las cosas. Se consideraba valenciano de adopción, pues llegó a Valencia con menos de un año, donde vivió al lado de sus padres, que fueron trasladados, como profesores de primaria, desde Moral de Calatrava hacia Valencia, hasta que en 1939, tras la Guerra Civil, se tuvo que exiliar a México.
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Estudiante de la normal en Valencia, se sacó la carrera de magisterio y comenzó a ejercer la docencia en una escuela del populoso barrio de Ruzafa. Militó en organizaciones republicanas y al inicio de la guerra civil decide incorporarse a las filas del Ejército Republicano, donde alcanza, tras los méritos logrados, el grado de capitán. Así el joven maestro cambió las aulas por las trincheras.
Tras permanecer determinado tiempo en la batalla aprovecha uno de los permisos que le otorgan, debido a una herida de bala en la pierna y a su convalecencia, para casarse con Conchita Escutia Blasco, una valenciana a quien había conocido, como reina de la falla de su barrio, en una fiesta celebrada en el casino de la ciudad de Valencia. Ambos fueron maestros de primaria en Valencia y los dos se hicieron milicianos del Ejército Republicano de España, que se enfrentó al dictador Francisco Franco.
En 1938 es ascendido a capitán, aunque la derrota del Ejército Republicano era evidente y tras el triunfo de Francisco Franco la represión en contra los que habían defendido la causa republicana se hizo cada vez más dura. En abril de 1939, en los momentos de la derrota, ambos atravesaron la frontera francesa y Atilano fue enviado a un campo de internamiento y su esposa Conchita a otro distinto. En esos momentos muchos países ofrecían dar asilo a los republicanos españoles y es cuando
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Atilano se apunta para marchar en un buque con destino a La Habana, Cuba, aunque nunca se embarcó en el. Pero al final tuvieron suerte, reciben la noticia de que había otra oportunidad: la de ir a México, aprovechando la disposición del presidente de ese país, Lázaro Cárdenas, para dar asilo a los perseguidos por la dictadura franquista.
Atilano se pone manos a la obra, y se entera de que su mujer también se encontraba confinada en suelo francés, le envía una misiva para informarle de su próxima partida a México y le pide que también haga las gestiones para que pueda ella viajar a este país. Él y su mujer pudieron embarcar en uno de los buques que transportaron a algo más de 2.000 republicanos a México.
El 14 de julio de 1939, el profesor Atilano zarpó en el buque “Mexique”, del puerto de Sete, cerca de Marsella, con destino al puerto de Veracruz, a donde llegaría el 27 de julio. En la huida de España conoce a los Hermanos Bargés, de origen catalán, y a los demás, en especial a Pedro Garfias, un exiliado oriundo de Salamanca, quien durante la travesía escribió el siguiente poema:
«Entre España y México»:
«Qué hilo tan fino, qué delgado junco
-de acero fiel-, nos une y nos separa,
con España presente en el recuerdo,
con México presente en la esperanza.
Como otro tiempo por la mar salada
te va un río español de sangre roja
de generosa sangre desbordada…
Pero eres tú, esta vez, quien nos conquista
y para siempre, ¡oh, vieja y nueva España!».
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Atilano aún no tenía la certeza de que su esposa hubiese embarcado en el mismo buque hacía México. Fue una vez empezada al travesía, ya en altamar, donde se da el reencuentro con quien lo habrá de acompañar toda su vida, la maestra Conchita Escutia. Fundidos en un largo abrazo lloran de felicidad por las coincidencias. Se había casado con ella, con quien fue el amor de toda su vida, compañera en la docencia, compañera en la milicia, compañera en el exilio y pilar de su fortaleza. Ambos tuvieron como descendencia cuatro hijos: Manuel, José María, María Luisa y Concepción Luis Escutia.
Aunque la recepción en Veracruz fue cálida, el proceso de adaptación al clima y cultura fue algo difícil, pero lo lograron y de esta manera ambos, junto a otros españoles exiliados, logran fundar el Grupo Escolar Cervantes. Tenían la necesidad de ganarse la vida, de tener trabajo. Habían salido de España huyendo y no tenían nada más que un futuro incierto. Sin embargo la condición de exiliados políticos, en México, favorecía muchísimo a intelectuales y escritores. Después de recorrer México, y Xalapa, el matrimonio Luis Escutia se instala en la ciudad de Córdoba (México).
Allí, tras algunas peripecias, fundaron en 1940 junto con otros maestros exiliados el Colegio Cervantes que aunque primero fue un internado para jóvenes, acabó siendo un colegio público. Inicialmente fueron los maestros Eugenio Yuste, Francisco Parrilla Benito, Atilano Luis Navarrete y los hermanos Antonio y Jorge Bargés Barba los que iniciaron formalmente el Grupo Escolar Cervantes, a ellos se unirían las maestras Luisita Bargés Barba y Conchita Escutia. Ellos llevaron a la ciudad de Córdoba la continuidad de la educación instaurada por los sectores más progresistas de la II República.
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Atilano Luis Navarrete fue un hombre que siempre se caracterizó por su gran personalidad, fortaleza y entrega a la docencia. Ilustre profesor, formador de varias generaciones de alumnos, no sólo tiene en su haber las grandes proezas de haber sobrevivido a la guerra Civil de España, o de ser uno de los maestros fundadores del Grupo Escolar Cervantes de la ciudad de Córdoba (Veracruz- México), donde impartió la docencia durante 40 años, sino también tener el legítimo honor de haber alcanzado la edad de 102 años.
A la edad de los 100 años se le rindió un merecido homenaje, no solo por su edad sino también por ser un gran docente, y donde el Ministerio de Educación y Cultura Mexicana y el Grupo Escolar Cervantes, de Córdoba, le otorgaron un merecido reconocimiento por su brillante labor al servicio de la educación.
El profesor Atilano Luis Navarrete falleció el día 11 de febrero de 2011 a la edad de 102 años, el domingo 13 hubiese cumplido 103 años. Don Atilano Luis Navarrete, fundador del Colegio Cervantes de Córdoba (México) dedicó toda su vida a la enseñanza.
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