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PREGÓN JORNADAS MEDIEVALES DE MORAL DE CALATRAVA 2023

Doctor en Historia Medieval D. Manuel Ciudad Ruiz, fue el pregonero de las II Jornadas Medievales en honor a Rodrigo Tellez Girón. Pregón integro:

Buenas tardes a todos. En primer lugar quiero agradecer al Excelentísimo Ayuntamiento de Moral de Calatrava y a la Asociación Calatrava Virtus, a la que me honro pertenecer como miembro honorario,  que me hayan permitido formar parte de estas Jornadas Medievales  al nombrarme su pregonero.

     Durante los siglos medievales, y hasta el siglo XVI, fue costumbre, para conmemorar grandes acontecimientos, tales como coronaciones, bodas reales, nacimientos de príncipes e infantes, grandes victorias y otras ocasiones, la celebración de justas y torneos que, además de servir como entrenamiento militar para los caballeros también eran motivo de diversión, y mucho más lúdicos, pues además de los combates «deportivos», entre distintos bandos, se realizaban juegos de habilidad, como era el, con el caballo al galope, tratar de ensartar una sortija con la lanza, y otros. También los nobles, a imitación de los reyes y de acuerdo cada uno con sus posibilidades, celebraban torneos, espectáculos realmente populares por cuanto, además, estaban abiertos a todos, si bien el pueblo llano participaba solo como espectador. 

Jornadas Medievales

Estos eventos, «deportivos», estaban regulados por unas reglas, caracterizadas por la caballerosidad, y presididos por la galantería hacia las damas, una de las cuales solía presidir el torneo desde un lugar de honor. Participaban estás además, como jueces del torneo y también entregaban premios a los vencedores. Estaba, pues presente, el amor: el cortés en público, y también el otro, afortunadamente más carnal, en privado. 

     No se quedaban estos eventos en el mero torneo, por más que fuesen estos, el acontecimiento central, sino que solían ir acompañados de banquetes y otros actos, motivo de que acudiesen a ellos, juglares y trovadores, saltimbanquis, cómicos, mujeres de la vida, clérigos errantes y vividores, tahúres, fulleros y ladrones, y pequeños y honrados comerciantes que instalaban sus tenderetes y que, como los otros,  esperaban hacer su agosto entre la multitud que se congregaba, en un ambiente sin duda festivo y alegre. 

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       Hay que decir, en honor a la verdad, que no fueron las tierras manchegas, salvo las grandes ciudades, que escapaban al dominio de las ordenes militares, lugar de celebración de muchos torneos. Los freiles de nuestras ordenes: Santiaguistas en Uclés, Montiel y Segura; Sanjuanistas en Consuegra; y por supuesto, calatravos en su Campo, la Alcarria, y tierras de Toledo; y también algún templario que pasó más bien de perfil, tenían prohibido, por su condición de religiosos, participar en estos eventos, por más que necesariamente los practicasen en sus fortalezas como adiestramiento militar. Esto no quiere decir que nuestros antepasados no se divirtieran: justas y torneos aparte, no faltaron ocasiones de fiesta en las que se congregaban muchas personas y había lugar a actuaciones de cómicos y juglares, malabaristas y otras gentes del noble y siempre mal pagado oficio del entretenimiento ajeno. Tal debió ser el caso de las dos importantes ferias anuales que se celebraban en los siglos XIV y XV en Almagro y en Almodóvar del Campo, o las fiestas de los patronos de cada pueblo, las dela Virgen de Agosto, las romerías como las que anualmente celebraban los moraleños, junto con los de Almagro y Granátula a la Virgen de Zuqueca, no siempre celebradas en paz, o las fiestas de los patronos de las numerosas cofradías del Campo de Calatrava,  como fueron las que entre 1491 y 1502 existieron en la villa de El Moral: las de Santa María; Santa Catalina; San Pedro; San Antón; Santiago; San Bartolomé; San Juan; Trinidad; Corpus Cristi. No faltaron, pues, días de fiesta y motivos de celebración para que los moraleños se divirtieran, como sin duda lo van a hacer, en un ambiente tan festivo y alegre como el que  aquí se pretende recrear con las jornadas medievales que, en honor del maestre de Calatrava don Rodrigo Téllez Girón, ilustre moraleño, hoy comienzan, y que prometen ser, y a buen seguro lo serán, todo un éxito de participación. 

     Estas jornadas, que organiza Calatrava Virtus en colaboración con el Excmo. Ayuntamiento y otros organismos son, como se ha dicho, en honor al maestre don Rodrigo Téllez Girón, ilustre moraleño. Pero para ser justos, no nos podemos olvidar de sus no menos ilustres hermanos: Alfonso, y Juan (I y II Conde de Ureña, respectivamente), y María, de la que apenas sabemos que existió. Los cuatro fueron hijos de la dama sevillana Isabel de las Casas y del maestre don Pedro Girón, que no parece que fuera un gran cumplidor de su obligado voto de castidad. Cuenta el cronista don Jerónimo Gudiel, allá en el siglo XVI, que Rodrigo y Juan eran gemelos tan unidos que en la infancia (que pasaron aquí en El Moral), «durmiendo juntos, se les pegaban tanto las carnes, que no los podían despegar sin dolor, el cual mitigaba la mano de una dueña, untada con alguna cosa blanda, como aceite ó manteca». Que digo yo que estarían golosos, como para meterlos en una orza, pero que más le hubiese valido a la dueña meterlos en una tina de agua caliente y, provista de un buen estropajo, frotarlos hasta dejarlos bien lustrosos. 

     Estoy seguro de que, ya de mayor, el buen maestre, tan poco dado a cumplir el voto como su padre, se pegaría con mayor gusto a la que fue su amante, don Beatriz de Bobadilla, «La Cazadora», llamada así por el cargo de su padre, cazador mayor del rey don Enrique IV, no vayamos a pensar otra cosa. Era ésta, que llegó a ser gobernadora de Canarias, a decir de algún cronista, «una mujer apasionada y dura, de reacciones impremeditadas bajo al impulso de la violencia… En el gobierno de los estados la mano de hierro de la «señora» se dejó sentir sobre altos y bajos, poderosos o humildes, revelando particular saña contra los indígenas…Como contrapartida fue una mujer tierna, sensible, enamoradiza, capaz de pasiones volcánicas en las lides del amor. Y con independencia de todo ello, de una hermosura deslumbrante, de que se hacen lenguas los contemporáneos, así de vista como de oídas». 

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     Por su parte, nuestro don Rodrigo Téllez Girón, al que también se le conoce algún episodio de crueldad, fue retratado por los cronistas alabando su buena figura y su valentía, así como su juventud y su impetuosidad. Su muerte heroica y temprana, cuando contaba con 26 años de edad, combatiendo en la guerra de Granada,  provocó una corriente de simpatía de los cronistas, que también coincidieron en señalar el sentimiento de tristeza expresado por los reyes por la muerte del maestre de Calatrava, cuyas supuestas hazañas fueron perpetuadas por los romances de frontera.

     Como se ve, don Rodrigo y Doña Isabel fueron tal para cual y a buen seguro que no se lo pasaron mal juntos.

      En el haber del maestre, además de esta conquista, envidiada sin duda por sus contemporáneos, vaya también la fundación de la villa de la Puebla de Don Rodrigo, y la realización de gestas tales en la frontera con Granada, que bien le valieron la composición de un ciclo entero de romances, como el que comenzaba:

«Ay Dios, qué buen caballero – el Maestre de Calatrava!

¡Cuán bien que corre los moros – por la vega de Granada!»

     Valor militar y arrojo que le llevarían, a encontrar la muerte en una emboscada durante el cerco de Loja.

     Pero hablemos de cosas más alegres, porque son jornadas estas de fiesta y porque estoy seguro, de que, si hoy viviese, don Rodrigo se dirigiría a nosotros en estos términos:

     «Nos, don Rodrigo Téllez Girón, por la gracia de Dios maestre de la caballería de la Orden de Calatrava, hago saber a vos, alcalde, regidores y hombres buenos de la nuestra villa del Moral, que es nuestra voluntad y queremos que se hagan grandes jornadas  en nuestro honor, que hayan desfiles y pasacalles, luminarias, danzas, juegos y espectáculos de cómicos, malabaristas y saltimbanquis, y que hayan bebida y viandas en abundancia. Tenga el hidalgo su bolsa a buen recaudo  y hagan dueñas y doncellas  de su honra lo que quieran, y el prior la vista gorda, que estos han de ser días de jolgorio y regocijo. Diviértanse pues grandes y chicos y sea nuestra memoria cumplida. Y esto mando que se pregone en la plaza pública, porque sea de todos conocido y nadie de ello pueda pretender ignorancia. Cúmplase, y sea».

     ¡¡Moraleños: a disfrutar de las jornadas y viva El Moral!!

Gracias.

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