Nació en Moral de Calatrava en 1930. Hijo de Don Marcelino Ledesma Rayo y de Doña Socorro Bados., quienes tuvieron otra hija: Dolores. Su padre “Marcelino Rayo” fue un importante y emprendedor comerciante que impulsó la confección y la posterior comercialización del encaje de bolillos en grandes ciudades como Madrid y Barcelona, gracias a ello muchas familias moraleñas subsistieron durante la postguerra y a mediados del siglo XX.
Marcelino Ledesma hijo realizó los estudios primarios en la escuela de Moral de Calatrava, siendo su maestro Don Restituto Rodríguez-Malo.
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Estudió el Bachillerato en el Colegio de San José de la Compañía de Jesús (Jesuitas) en Villafranca de los Barros (Badajoz) y el Examen de Estado en Sevilla. Se licenció en Derecho en la Universidad Complutense de Madrid en 1953. Ese mismo año ingresó en el Seminario Diocesano de Ciudad Real, siendo ordenado Sacerdote el día 31 de mayo de 1958. Es destinado como cura a la pedanía ciudadrealeña de Las Casas. Celebrando su primera Misa Solemne en la Iglesia Parroquial de San Andrés Apóstol de Moral de Calatrava el día 2 junio de 1958.
Se licenció en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Comillas en 1962. Desde 1962 hasta 1965 ejerció su labor sacerdotal en Ciudad Real, siendo vice-fiscal y vice-promotor de la justicia y del vínculo en el obispado, vice-director de cursillos de cristiandad y consiliario de la H.O.A.C. (Hermandad Obrera de Acción Católica), consiliario de las mujeres de Acción Católica y capellán del colegio Nuestra Señora del Prado. Desde 1965 hasta 1970, por motivos de salud volvió a Moral para realizar allí sus funciones sacerdotales, siendo capellán de las religiosas de la Sagrada Familia (antiguo colegio de monjas) y consiliario de las jóvenes de acción católica.
En esta época además de su labor pastoral debemos destacar su labor social, absolutamente desinteresada y abierta a todos sus paisanos sin discriminación. Tramitó gratuitamente todo tipo de solicitudes para la obtención de prestaciones de diversa índole con la administración. Participó activamente en la vida cotidiana de Moral. Fue socio-fundador junto a El Cubano, Salvador y Diego; en la Bodega de Evelio de la Peña Gastronómica-Musical “El Juagarzo”, sita en la calle Clavel de Moral.
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Con la colaboración de las jóvenes de Acción Católica organizó y editó el periódico local “Noticias del Pueblo”, encargándose de su redacción y dirección. El primer número salió en enero de 1966. Era gratuito y se mandaba a todos los moraleños que emigraron a otras partes de España y al extranjero. Se mantenía mediante aportación voluntaria. Este primer número se envió a 130 familias y en 5 meses ya eran 418 las familias que recibían el periodiquillo. Terminó con 1200 ejemplares.
En 1970 opositó al Cuerpo General de la Administración Civil del Estado, obteniendo el número dos de su promoción, por lo que pudo escoger como destino la Delegación del Ministerio de Educación y Ciencia de Ciudad Real, ostentando la Jefatura del servicio de Centros. En esta época simultaneó su trabajo civil con sus funciones sacerdotales en Ciudad Real y en Moral de Calatrava.
El 12 de noviembre de 1971, según el BOE de 19 de enero de 1972, es designado como director de la Casa de Cultura de Moral de Calatrava (Biblioteca). Fue colaborador y corresponsal del Diario Lanza en Moral. Su derroche de facultades culturales era inagotable haciéndose un gran aficionado al teatro y llegando a interpretar el personaje de D. Nuño de la obra “La venganza de Don Mendo” en el Corral de Comedias de Almagro en el año 1976.
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D. Marcelino Ledesma Bados falleció en Moral de Calatrava en un frio mes de febrero de 1977. Además de todas sus facetas humanas, Marcelino Ledesma nos dejó sus escritos, sus poesías (bajo estas líneas reproducimos su última poesía, pocos días antes de su muerte), y el recuerdo como actor, mago y prestidigitador. En reconocimiento a los servicios prestados al pueblo de Moral de Calatrava, una calle lleva su nombre: “Ronda de Marcelino Ledesma”.
LA LLEGADA
Y si acaso me marcho, porque Dios me ha elegido, que ninguno se asombre, porque Dios me ha elegido, que ninguno, me llore, porque Dios me ha elegido, que bendiga su nombre, porque Dios me ha elegido. He apurado mi vaso. Ya esta la hiel gustada ha sonado la hora desde siempre marcada. y al mirarme las manos, al fin de la jornada, las encuentro vacías: no llevo en ellas nada. Soy el hijo que vuelve, vencido y despojado, -he perdido mi parte, mi herencia he malgastado- con la túnica rota, descalzo y sin cayado, sin nada en mis alforjas, abatido, cansado. Pero sé que hay un padre que a lo lejos espera, que al atisbo más leve, a la seña primera, abrirá de su casa la puerta delantera y correrá a mi encuentro con gozosa carrera. En la sala más grande, ya tiene preparado el vestido más nuevo, el más limpio calzado, la jofaina con agua, el óleo perfumado, la toalla de hilo y el anillo dorado. Y ha dicho al mayordomo que reúna a su gente, que dejen la faena, la reja y la simiente; que prepare un banquete con vino, pan crujiente; y el cordero más tierno, más rollizo y luciente. Cuando llegue el momento y lo encuentre delante, perderé las palabras hechas para ese instante. Olvidare mi historia. Bañado en su semblante. Tan solo diré Padre… Y ya será bastante. Marcelino Ledesma. (Escrita unos días antes de su muerte)
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