Oficios desaparecidos.- El despertador humano

Mª Dolores López-Tercero Sánchez.- Con anterioridad al siglo XIX, y a la industrialización, la jornada laboral daba comienzo dependiendo de cada persona y su oficio; ya que la mayoría trabajaba en el mundo rural o tenían oficios propios, por lo que no tenían un horario fijo para comenzar o acabar dicha jornada laboral.

Todo lo contrario a lo que ocurría en las grandes ciudades, tras la revolución industrial, donde los trabajadores de las fábricas, que cada vez eran más, debían seguir el horario impuesto por la industria.


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Durante siglos, la población despertaba con el canto del gallo, el primer rayo de sol o el sonido de las campanas de la Iglesia. Sin embargo, con la llegada de la industrialización, los horarios eran impuestos, y muchas veces no se correspondían con el repique de las campanas, el canto del gallo o el amanecer del día, por lo que surgió un nuevo oficio, hoy día ya desaparecido: el despertador humano.

Fue muy popular en las grandes ciudades, especialmente en Gran Bretaña e Irlanda, pero también se dio en otros países, como por ejemplo, en España.

Estos trabajadores portaban siempre una vara o caña, generalmente de bambú, con la que golpeaban la ventana de quien requería su servicio. Actividad que no remitía hasta que el cliente asomaba por la ventana, mostrando al despertador humano que ya estaba levantado y éste había cumplido con su trabajo.

Dicho oficio gozó de gran popularidad durante varias décadas, siendo desempeñado por policías, jubilados o amas de casa que necesitaban de un sobresueldo para que su familia pudiera cubrir sus necesidades básicas.


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En el caso concreto de España, durante las décadas de los años 60 y 70 del siglo pasado, eran los serenos (oficio también desaparecido del que ya hablamos el jueves 25 de mayo de 2017) quienes llevaban a cabo la labor de despertador humano, avisando no sólo a los trabajadores de las fábricas, sino también a aquellos cuyos oficios necesitaban ser comenzados a horas intempestivas, como es el caso de los panaderos, repartidores o pescadores.

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