Recuerdos del pasado: Aguadores

LOS AGUADORES

Aguadores en Moral de Calatrava.

Lorenzo Fernández Molina.- Transcurrían los años cuarenta. Moral con unos 8.000 habitantes estaba atravesando las consecuencias económicas y sociales de una posguerra dura. Faltaba poco para que diera comienzo el despegue continuo, casi masivo, de sus habitantes hacia otras regiones en busca de un futuro mejor.

En todas las casas había orzas y tinajas cuya utilidad era servir de almacén de: agua, aceite, pan…..

En las casas no teníamos agua corriente y los cuartos de baño no existían en los pueblos de La Mancha. La higiene no era tan rigurosa como ahora. La gente nos lavábamos a lo “gato”, en palanganillas, escatimando el agua del cubo recién sacada del pozo.

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Casi todas las casas poseían pozo individual o compartido con la vecindad, e incluso quedábase entre las murallas medianeras como señal de una anterior partición de la casa original. El agua se extraía de estos pozos mediante garruchas y cubos para regar, fregar, lavado de cuerpo, y lavado de ropa…., y si ésta era buena, para beber, fresca en verano y caliente en invierno. Esto último no era lo corriente y no cabía de otro remedio que ir a abastecerse a algún pozo de alguien conocido. Una imagen muy habitual era ver al vecino aparejar el borrico, quien lo tenía, la albarda y la cincha, echarle las aguaderas, cargarle los cántaros de barro y caminar hasta el pozo elegido. Sin embargo, y a pesar del coste, lo habitual y lo más cómodo era el agua suministrada por los aguadores.

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La imagen de los aguadores, con sus cubas de madera tiradas por mulas, era una imagen frecuente de nuestras calles. Recorrían el pueblo llamando al vecindario que solicitaba un número determinado de cántaras/cántaros de chapa, o llenar la tinaja. El coste del cántaro, que en los años 30 era de «perra chica» había ascendido a «perra gorda» pero aún así se utilizaba este precio: el agua nos la llevaban a nuestras casas y nos llenaban la vaciada tinajilla.