Vida y hechos de San Antonio Abad (José Acedo Sánchez)

1. SAN ANTONIO ABAD (SAN ANTÓN)

Para iniciar este artículo hay que remontarse a la biografía escrita por San Atanasio, nacido alrededor del año 295 y consagrado obispo de Alejandría en el año 328. Entre sus obras se encuentra la “Vita Antonii”, compuesta en griego en el año 357 al poco tiempo de morir San Antonio Abad y a petición de los monjes de Egipto.

San Atanasio fue amigo de San Antonio, hasta el punto que heredó una de las dos pieles de oveja que dejó el monje, así como el manto que este mismo obispo le había regalado. Por tanto, para conocer la vida de San Antonio se tiene como biografía fundamental la obra de San Atanasio.

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El prólogo de la obra de la “Vita Antonii” comienza de la forma siguiente:

“Atanasio, obispo, a los hermanos en el extranjero.
Excelente es la rivalidad en la que ustedes han entrado con los monjes de Egipto, decididos como están a igualarlos o incluso a sobrepasarlos en su práctica de la vida ascética. De hecho, ya hay celdas monacales en su tierra y el nombre de “monje” se ha establecido por sí mismo. Este propósito de ustedes es, en verdad, digno de alabanza, ¡y logren sus oraciones que Dios lo cumpla¡. Ustedes me pidieron un relato sobre la vida de san Antonio: quisieran saber cómo llegó a la vida ascética, qué fue antes de ello, cómo fue su muerte, y si lo que se dice de él es verdad. Piensan modelar sus vidas según el celo de su vida. Me alegro mucho de aceptar su petición, pues también yo saco real provecho y ayuda del solo recuerdo de Antonio, y presiento que también ustedes, después de haber oído la historia, no sólo van a admirar al hombre, sino querrán emular su resolución en cuanto les sea posible. Realmente, para monjes la vida de Antonio es modelo ideal de vida ascética.”

Las fechas de la vida de San Antonio no son totalmente seguras. La que se considera más cierta es la de su muerte, concretamente en el año 356, puesto que murió poco antes de ser escrita su biografía. Como en la misma se dice que en el momento de su muerte tenía 105 años se llega a que su fecha de nacimiento debió ser en el 251.

San Antonio era egipcio de nacimiento y se suele dar la aldea de Coma (actual Kiman- el-Arus) como el lugar donde nació, cerca de la antigua Heracleópolis, actual yacimiento donde empezaron a escavar los españoles en el año 1966 y aun continúan.

Los padres de San Antonio eran de buen linaje, campesinos acomodados y religiosos. A la muerte de sus padres tenía entre 18 y 20 años, vendió sus propiedades y distribuyó el dinero entre los pobres, salvo una parte que reservó para una hermana más pequeña.

Se cuenta en la vida de San Antonio que este hecho se debió a que un día entró en la iglesia y en ese momento se estaba leyendo el evangelio y escuchó el pasaje de San Mateo (Mt 19: 21), en el que el Señor dice a un joven rico, “Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto posees y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme.”

Después de esto, San Antonio se retiró para llevar una vida solitaria cerca de su aldea natal, dedicándose a la oración. En este periodo tuvo sus primeros encuentros con los demonios, lo cual fue una constante en su vida.

Pasado un cierto tiempo se fue a vivir a un cementerio abandonado, encerrándose en un mausoleo, donde sigue sufriendo ataques violentos de los demonios, aunque sin dejarse amilanar. Así llega a los 35 años.

En ese momento toma la decisión de irse al desierto, cruza el Nilo y se interna en la montaña, habitando en un fortín abandonado. Permanece allí alrededor de 20 años entregado a la vida ascética, es decir, la práctica de la perfección espiritual con una vida modesta y sobria.

Al ser presionado, por los que querían imitar su vida, abandona la soledad y pasa a ser padre y maestro de monjes cuando tenía 55 años. De esta manera se forma en torno suyo un pequeño grupo de ascetas.

Los años finales de su vida los pasó en compañía de dos discípulos, Macario y Amarthas, que habían estado con el los últimos quince años. Vaticinó su muerte y ordenó a sus discípulos que repartieran sus ropas entre el obispo Atanasio y el obispo Serapio y que no fuese revelado a nadie el lugar donde iba a ser enterrado. Según la leyenda, su muerte acaeció el 17 de enero del año 356.

Hacia el año 561 fue descubierto su cuerpo en tiempo del emperador bizantino Justiniano el Grande y trasladado a Alejandría, después a Constantinopla y por último, el caballero francés

Jocelin de Châteauneuf trasladó sus reliquias desde Constantinopla a la actual abadía de San Antonio en Viennois (Francia) en el siglo XI.

La foto siguiente muestra el altar mayor de la iglesia abacial que contiene el relicariode San Antonio.

En el siglo XIII, la vida de San Antonio Abad fue recogida en el libro “Leyenda Dorada”, escrito en latín por el dominico Santiago de la Vorágine quien llegó a ser arzobispo de Génova. Se trata de una colección de vidas de santos, originalmente 182, Posteriormente otros autores incrementaron el número de leyendas.

Santiago de la Vorágine es el nombre castellanizado de Jacobo da Varazze o Jacobo della Voragine, dominico que empezó a escribir la leyenda en 1250 y tardó treinta años en terminarla.

La Leyenda Dorada constituye una expresión de la literatura cristiana, incorporando narraciones piadosas que muchas veces se remontan a los siglos IV al VI conectando historia y leyenda. En realidad eran pequeños libros que ofrecían la posibilidad de conocer modelos de vida y que fueron utilizados en muchas ocasiones como guías para predicadores.

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2. TENTACIONES DE SAN ANTONIO

Desde que se retiró al desierto para hacer vida de eremita tuvo que soportar innumerables tentaciones de los demonios, siempre relacionadas con las tentaciones universales: poder, riqueza y lujuria.

Según la Vida de San Antonio escrita por San Atanasio, los primeros conflictos con los demonios se ocasionaron porque querían sacarlo de su vida ascética. Aparecen así descritos:

“Pero el demonio, que odia y envidia lo bueno, no podía ver tal resolución en un hombre joven, sino que se puso a emplear sus viejas tácticas también contra él. Primero trató de hacerlo desertar de la vida ascética recordándole su propiedad, el cuidado de su hermana, los apegos de su parentela, el amor al dinero, el amor a la gloria, los innumerables placeres de la mesa y todas las demás cosas agradables de la vida.

Finalmente le hizo presente la austeridad y todo lo que va junto con esta virtud, sugiriéndole que el cuerpo es débil y el tiempo es largo. En resumen, despertó en su mente toda una nube de argumentos, tratando de hacerlo abandonar su firme propósito.

El enemigo vio, sin embargo, que era impotente ante la determinación de Antonio, y que más bien era él quien estaba siendo vencido por la firmeza del hombre, derrotado por su sólida fe y su constante oración.
Puso entonces toda su confianza en las armas que están “en los músculos de su vientre”. Jactándose de ellas, pues son su artimaña preferida contra los jóvenes, atacó al joven molestándolo de noche y hostigándolo de día, de tal modo que hasta los que veían a Antonio podían darse cuenta de la lucha que se libraba entre los dos. El enemigo quería sugerirle pensamientos sucios, pero él los disipaba con sus oraciones; trataba de incitarlo al placer, pero Antonio, sintiendo vergüenza, ceñía su cuerpo con su fe, sus oraciones y su ayuno. El perverso demonio entonces se atrevió a disfrazarse de mujer y hacerse pasar por ella en todas las formas posibles durante la noche, sólo

para engañar a Antonio. Pero él llenó sus pensamientos de Cristo, reflexionó sobre la nobleza del alma creada por Él, y sobre su espiritualidad, y, así apagó el carbón ardiente de la tentación. Y cuando de nuevo el enemigo lo sugirió el encanto seductor del placer, Antonio, enfadado, con razón, y apesadumbrado, mantuvo sus propósitos con la amenaza del fuego y el tormento de los gusanos. Sosteniendo esto en alto como escudo, pasó a través de todo sin ser doblegado”

Existen otros pasajes descritos en la Vida relacionados con las tentaciones de San Antonio, pero no se trata de traer aquí todos ellos, basta con una muestra.

Independientemente de las creencias personales de cada uno, en el mundo del arte, sobre todo en la pintura, se ha representado por gran cantidad de autores el hecho de las tentaciones. Pintores de la talla de Dalí, Miguel Angel, El Bosco, Tintoretto, etc. A continuación se muestran algunas de estas obras a modo de ejemplo.

Obra original del pintor italiano del Renacimiento Ansano di Pietro di Mencio, más conocido como Sano di Pietro. Fue pintado entre los años 1435 y 1440 y representa a “San Antonio abad atormentado por los demonios”. Pertenece a la Colección James Jackson Jarves, y se encuentra en la Universidad de Yale (New Haven, Estados Unidos de América)

La siguiente obra fue pintada en la primera mitad del siglo XVI por el belga Pieter Coecke van Aelst. Se denomina “Tentaciones de San Antonio” y se encuentra en el Museo del Prado. La tentación es una mujer desnuda acompañada por una bruja.

Por último se incluye una pintura del holandés Jerónimo van Aken (El Bosco), también denominada “Tentaciones de San Antonio” y fechada entre los años 1510 y 1515. Se encuentra en el Museo del Prado y muestra al santo sumido en sus pensamientos en la soledad de la naturaleza, encarnada en ese tronco de árbol hueco que le cobija. Los demonios aparecen dispersos por el paisaje.

 

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3. MILAGROS DE SAN ANTONIO

En la biografía de San Antonio, escrita por San Atanasio y posteriormente incluida en la Leyenda Dorada, de la cual existen diversas versiones, aparecen una serie de milagros realizados por el santo, pero en ningún sitio se menciona el ocurrido con una cerda y sus cerditos (jabalina y jabatos), la cual da lugar a que en su iconografía aparezca siempre con un cerdo, o cerda, a los pies. Como ejemplo se puede ver el cuadro anterior de El Bosco, fechado entre 1510 y 1515.

Existe otra versión en la que se dice que el cerdo representa al demonio, el cual fue vencido por San Antonio y por eso aparece a sus pies. En el cuadro siguiente que se encuentra en el Museo del Prado y corresponde a Joan Reixach, fechado entre 1450 y 1460, se muestra un cerdo de color negro y se podría decir mal encarado. También aparecen las llamas que salen del suelo y que se conocen como “fuego de San Antón”, haciendo relación a la enfermedad que curaban los miembros de la orden de los Antonianos y se describe más adelante. Sobre la túnica aparece la letra griega “Tau” que es el símbolo de la congregación antoniana.

En el año 1534, Aymar Falcoz escribió en latín la “Antonianae historiae compendium”, después traducida por fray Fernando Suarez e impresa en 1603 bajo el nombre de “Compendio de la historia antoniana”. Esta obra fue dedicada a don Alonso Diego López de Zúñiga y Sotomayor, Duque de Béjar.

Se trata de una recopilación de lo escrito por varios autores, con las actas y hechos más importantes relacionados con la orden de San Antonio Abad.

Si nos centramos en la página 51 podemos leer:
“No se puede pasar en silencio, porque se le pinta a los pies de este santo un

porquezuelo, o Lechon…………..

Con todo dire lo que escrive el Alfonso Tostado, que una vez fue llevado san Antonio milagrosamente a la ciudad de Barcelona, y que estava a las puertas del Governador del Rey, sin ser conocido, y que una puerca rezien parida tomo en la boca un cochinillo, de los que havia parido, que salio cojo y contrecho, y pusole a los pies del sancto, que le sanasse el hijuelo, gruñendo, y como podía; y que estando mucha gente mirando este hecho, y espantandose del, vieron que el sancto hizo la señal de la Cruz sobre el animalejo, y luego le vieron sano; por el qual milagro fue conocido el sancto.”

Hay que decir que el académico y escritor español Alfonso (Alonso) el Tostado, nació en Madrigal de las Altas Torres (Ávila) hacia 1410. Fue obispo de Ávila y en su catedral se conservan sus restos, tras haber muerto en 1455.

Como se puede observar por las fechas en las que vivió Alfonso el Tostado, la leyenda del cerdo de San Antón es anterior al texto “Antonianae historiae compendium”, escrito en 1534. La libre traducción del año 1603 incluye este hecho como parte de la leyenda. Sin embargo la leyenda tiene poca credibilidad al mencionar que fue llevado el santo a la ciudad de Barcelona, cuando en realidad San Antonio no salió de su zona, tal como se describe en la narración de su vida.

Acerca de esta leyenda existen otras versiones, por ejemplo la que menciona a una jabalina con cuatro jabatos a los que curó porque nacieron ciegos y con las extremidades mal formadas, por lo que en agradecimiento la cerda nunca abandonó a San Antonio, defendiéndolo frente a ciertos peligros.

En cualquiera de los casos se trata de leyendas, por lo que la relación del cerdito no debemos buscarla directamente en la vida de San Antonio sino en la actividad de la orden de los Antonianos, como se verá más adelante, puesto que el cerdo tuvo un papel importante en la sanación de enfermos.

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4. MUERTE DE SAN ANTONIO

San Antonio predijo su muerte cuando estaba a punto de cumplir los ciento cinco años. En una visita de las que acostumbraba hacer a los monjes se lo hizo saber de la forma siguiente, según describe San Atanasio en la biografía de San Antonio:

“Esta es la última visita que les hago y me admiraría si nos volvemos a ver en esta vida. Ya es tiempo de que muera, pues tengo casi ciento cinco años. Al oír esto se pusieron a llorar, abrazando y besando al anciano. Pero el como si estuviera por partir de una ciudad extranjera a la suya propia, charlaba gozosamente.”

Después de pocos meses cayó enfermo y llamó a los dos monjes que le acompañaban en la vida ascética desde hacía quince años, Macario y Amarthas, y se preocupaban de él a causa de lo avanzado de su edad, y les dijo:

“Me voy por el camino de mis padres, como dice la Escritura, pues me veo llamado por el Señor. Si ustedes realmente tienen preocupación por mí y me consideran su padre, no permitan que nadie lleve mi cuerpo a Egipto, no sea que me vayan a guardar en sus casas. Esta fue mi razón para venir acá, a la montaña. Saben cómo siempre avergoncé a los que hacen eso y los intimé a dejar tal costumbre. Por eso, háganme ustedes mismos los funerales y sepulten mi cuerpo en tierra, y respeten de tal modo lo que les he dicho, que nadie sino ustedes sepa el lugar. En la resurrección de los muertos, el Salvador me lo devolverá incorruptible. Distribuyan mi ropa. Al obispo Atanasio denle una túnica y el manto donde yazgo, que él mismo me dio pero que se ha gastado en mi poder; al obispo Serapión denle la otra túnica, y ustedes pueden quedarse con la camisa de pelo. Y ahora, hijos míos, Dios los bendiga. Antonio se va y no está más con ustedes”.

Sigue exponiendo la biografía que después de decir esto y de que ellos lo hubieron besado, estiró sus pies; su rostro estaba transfigurado de alegría y sus ojos brillaban de regocijo como si viera a amigos que vinieran a su encuentro, y así falleció y fue a reunirse con sus padres. Ellos entonces, siguiendo las órdenes que les había dado, prepararon y envolvieron el cuerpo y lo enterraron ahí en la tierra, por lo que nadie, salvo esos dos, sabía dónde estaba sepultado

La fecha de la muerte de San Antonio es incierta al existir diversas versiones en función del autor. Por ejemplo, si consultamos la versión más utilizada que se encuentra en el tomo I “Vida de los padres mártires y otros principales santos” impresa en 1789 y traducida por José Alonso Ortiz a partir de la obra en ingles de Albano Butler, podemos leer:

“Fue su muerte en el año de 356, y probablemente en el día 17 de enero, en que hacen de el mención los más de los antiguos Martirologios; y que el Imperio Griego guardó como un día santo, y de fiesta poco después de su muerte, que le acaeció a los 105 años de edad.”

Por otro lado si se consulta el tomo I de la la “Leyenda de Oro para cada día del año. Vidas de todos los santos que venera la iglesia”, del año 1853 y que es una recopilación de varios autores, podemos leer:

“Murió San Antonio á los 17 de Enero del año del Señor de 361, según San Geronimo, y el de 358 según el Cardenal Baronio, de edad de ciento y cinco años.”

En lo único que están de acuerdo diversos autores es que San Antonio murió el 17 de enero con 105 años, y que dio orden de que sus restos reposasen a su muerte en una tumba anónima. Sin embargo, alrededor del año 561 sus reliquias fueron llevadas a Alejandría, donde fueron veneradas hasta el siglo XII, cuando fueron trasladadas a Constantinopla (nombre histórico de la actual ciudad de Estambul).

Como se ha mencionado anteriormente, al final sus reliquias reposan en Francia.

Funeral de San Antonio Abad, Fra Angelico, hacia 1426 – 1430, Museo del Prado

Éxtasis de San Antonio, Francisco de Goya en 1780, Museo de Zaragoza

 La escena representa el momento previo a la muerte en soledad del anciano San Antonio Abad. Un ángel le anuncia su pronta subida a la gloria.

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5. ORDEN DE LOS MONJES MENDICANTES DE SAN ANTONIO

La descripción que se transcribe de las páginas 198 y siguientes del Compendio de la Historia Antoniana del año 1603 se puede considerar como el inicio de la Orden de San Antonio o de los Antonianos, acaecida a finales del siglo XI.

“Un gran Cavallero de la Provincia de Vienna muy señalado en piedad llamado Gastón estando enfermo de una gravissima, y peligrosissima enfermedad, que era una Perlesia en todos sus miembros, que ninguno hazia su oficio, ni tenia su sentido, con fervorosissimas oraciones encomendó su salud a el sancto Confessor de Dios Antonio prometiéndose a su causa; y en cumplimiento de su voto embio a su hijo Girino, o Girondo, que fuesse a visitar el sancto cuerpo de Antonio, y la Iglesia, adonde estava; y en yendo el hijo alcanzo Gaston la salud tan desseada. De allí a pocos días diole otra enfermedad prolixa, y peligrosa a Girondo hijo de Gaston; en la qual passo muchos dolores, y enflaqueciose tanto, que creciendo la enfermedad y tomando cada dia nuevas fuerzas, y perdiéndolas el enfermo, por momentos se temia su muerte; y viendo Gaston, que toda la fuerza, y arte de la Medicina no podía socorrer a su hijo, que estava en manifiesto peligro de la vida con gran humildad se acogió al socorro de Dios, y a la intercession del bienaventurado san Anton.

Y considerando la miseria humana, y los trabajos desta vida persuadió a su hijo, que estava enfermo peligrosamente que hiziessen ambos voto a nuestro Señor, y al glorioso san Anton, de ofrecer sus personas con toda su hazienda al servicio del beatísimo Padre Antonio, si por su intercession le restituye Dios la salud perdida. El hijo lo aceptó , y lo quiso assi; y hecho por Padre, e hijo el voto, comenzó luego el enfermo a mejorar”.

Se siguen describiendo detalles de cómo se recuperó de la enfermedad, así como de un sueño que tuvo Gastón en el que se le aparecía San Antonio y le daba el báculo hecho a modo de la letra griega Tau, diciéndole que lo hincase en la tierra. El báculo se convirtió en un árbol frondoso, debajo del cual se veían muchos pobres “flacos y consumidos, y sin pies ni manos”, encargándole que estuvieran muy atentos y solícitos en el cuidado de los pobres. Y dicho esto desapareció la visión.

Más adelante, continua la descripción del Compendio de la forma siguiente:

“Y otro dia de mañana el enfermo hijo de Gaston, que estava para espirar, se levanto bueno, y sano, restituydo a su primera salud con gran admiración de todos, quando tal no esperaban. Y otro dia, que se celebrava la fiesta de la revelación de el cuerpo de san Anton, fue a la Iglesia de el sancto, y se hallo presente a la fextividad bueno y sano, dando gracias a Dios, y al sancto por tanta merced y se tuvo de allí adelante aquel dia por mas solemne por razon del milagro, Y Gaston, y Girondo amonestados con aquel milagro, y con los buenos aviso del sancto luego se ofrecieron a si, y a toda su hacienda a Dios, y al sancto, para exercitarse en obras de Piedad, y cosieron en sus vestidos la señal de Báculo, que la havia dado san Anton, que era de forma de una muleta, o del Tau letra Griega, y dentro de pocos días se les ayuuntaron otros ocho compañeros varones temerosos de Dios, para seguir el propósito, y intento de Gaston, y de su hijo, y assi hizieron entre si una hermandad, y concordia, de que se exercitarian en las mismas obras sanctissimas, que les havia encomendado el glorioso san Anton.”

Como no se trata de traer aquí toda la historia de la Orden, a continuación se detallan algunas fechas relevantes de la misma, desde su fundación hasta su desaparición.

En el concilio de Clermont, celebrado en el año 1095 se aprueba por el papa Urbano II la asociación que tomó el nombre de “Hospitalarios de San Antonio”, distinguiéndose por usar un hábito negro con una cruz en tela azul formando una T (Tau).

La Tau es la última letra del alfabeto hebreo y la decimonovena del griego. Desde el principio, los cristianos adoptaron esta letra por su similitud con la cruz de Cristo, teniendo especial significado en la vida de dos santos, San Antón, como símbolo de la orden de los hospitalarios que trataban a personas con enfermedades infecciosas y, posteriormente San Francisco de Asís para expresar la bienaventuranza de la pobreza que tenían como forma de vida los franciscanos.

Como ejemplo del hábito de color negro, la foto siguiente muestra un detalle de la iconografía de San Antón que se encuentra en el Museo Diocesano de Barbastro Monzón, donde se puede ver el báculo en forma de letra Tau.

 

Volviendo a la narración, la congregación de los Antonianos se extendió por toda Europa, llegando a tener más de 300 hospitales. El emperador Maximiliano les otorgó en el año 1502 un blasón con águila bicéfala negra y la cruz de San Antón. Como ejemplo de este blasón se incluye la foto del que se encuentra en la fachada del antiguo hospital de San Antonio Abad en Baeza

A lo largo de varios siglos, la Orden alcanzó un desarrollo tan importante que repercutió en su disciplina monacal, por lo que en el Capítulo General del año 1616 se decidió llevar a cabo varias reformas necesarias en la Orden, las cuales fueran posteriormente confirmadas por el papa, sin que finalmente pudieran llevarse a la práctica, por lo que finalmente la reforma fracasó.

Otra fecha importante relacionada con la Orden fue el 16 de diciembre de 1775, en la cual el papa Pio VI, siguiendo el criterio del rey Carlos III, por medio de la Bula “Rerum Humanorum conditio” daba su aprobación a la fusión de la Orden de San Antonio con la Orden de Malta. Más adelante, concretamente el 8 de mayo de 1777, mediante otra Bula dicta un protocolo para llevar a cabo la fusión. Como consecuencia, la Orden Antoniana quedaba descapitalizada. Esta situación era totalmente contraria a los últimos privilegios que se habían otorgado por Carlos III en 1765, desconociendo los motivos que llevaron a este rey a solicitar la extinción de la Orden Antoniana.

Finalmente el 24 de agosto de 1787, el papa Pio VI suprimió la Orden de los Antonianos en España por medio de una bula firmada en Roma. En esta bula se encuentra el “Decreto de supresión y extinción de la Orden de Canónigos Regulares de san Antonio Abad”, ordenando la dispersión de los monjes y demás sirvientes de los diferentes hospitales.

Entre los motivos que justificaron esta supresión fue que los Antonianos habían perdido el afecto y devoción de los fieles, disminuyendo el número de profesos y que al disminuir las limosnas no disponían de recursos económicos para mantenerse.

Los bienes y rentas fueron repartidos entre hospitales, iglesias y ayuntamientos, los cuales quedaron en seguir prestando el servicio que hacían los Antonianos.

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6. FUEGO DE SAN ANTÓN

Como se ha mencionado anteriormente, el caballero francés

En esa época se propagó una peste por Europa que contagiaba a todos, sin distinguir entre hombres, mujeres, ricos, pobres, jóvenes y ancianos. En la mayoría de los casos era mortal, conociéndose con los nombres de “fuego sacro”, “mal de los ardientes” y posteriormente como “fuego de San Antón”.

Esta enfermedad contagiosa producía fiebre alta y llegó a convertirse en una epidemia más terrorífica que la propia lepra. Se propagó la creencia de que esta enfermedad se debía a un castigo divino por los pecados de la gente, relacionándose por parte de los religiosos con la lujuria. Como consecuencia se empezó a creer que las reliquias de San Antón podían curar el “fuego sagrado” y desde ese momento se conoció como “Fuego de San Antón”.

Como se ha visto al describir la fundación de la Orden Antoniana, uno de los afectados por esta enfermedad fue Girondo, hijo del francés Gastón, el cual recurrió a San Antón poniendo como aval su propia fortuna. Después de su curación fue cuando se fundó la Orden en 1095.

Pasado el tiempo se descubrió que la enfermedad tenía su origen en alimentarse, de forma más o menos prolongada, con centeno contaminado con un hongo tóxico conocido como “Claviceps purpúrea”. Como el centeno era el cereal más cultivado en Europa, sobre todo en la parte norte, los más afectados fueron los nórdicos y centroeuropeos, fundamentalmente las clases más desfavorecidas.

La foto siguiente muestra una espiga de centeno afectada por este hongo, de color negro.

trasladó las reliquias de San Antonio desde Constantinopla a la actual abadía de San

Jocelin de Châteauneuf Antonio en Viennois (Francia). Este hecho ocurrió en el año 1074.

Este parásito, conocido como cornezuelo del centeno, suplantaba a algunos granos de la espiga y al moler el centeno para convertirlo en harina se mezclaban los granos contaminados, de forma que al elaborar el pan con esta harina prácticamente se aseguraba el contagio.

El nombre científico de esa enfermedad es ergotismo, presentándose de diferentes maneras. Si la parte afectada del cuerpo era el vientre, la muerte se producía de forma rápida, acompañada de dolores insoportables. La manifestación más habitual de la enfermedad se situaba en las extremidades y en la nariz, produciendo la corrosión de los pies y las manos con una sensación de calor que parecía que se estaban quemando por dentro, o fuego interno, de donde procede el nombre de “fuego sagrado”. Las extremidades afectadas se iban gangrenando y secando, desprendiéndose del cuerpo. Los que sobrevivían quedaban mutilados para toda la vida. Al principio la única solución para librarse de este fuego era rezar, encomendándose a San Antón, buscando la protección al no conocer el fundamento de la enfermedad.En realidad los enfermos que trataban los Antonianos se curaban debido al cambio de
alimentación. Les daban de comer unos panecillos conocidos como “Pan de San Antón”, elaborados con harina de trigo. Al no ingerir centeno contaminado la enfermedad empezaba a remitir. Este hecho llevaba a que los hospitales tenían que disponer de alimentos en buenas condiciones para atender a todos los enfermos que iban a tratarse.Por medio de un privilegio de los Reyes Católicos, los monjes Antonianos dispusieron de una autorización para “mendigar limosnas”, de ahí el nombre de orden mendicante. De esta manera recorrían pueblos para conseguir donaciones, una de las cuales fueron cochinillos, a los cuales les colgaban una campanilla y dejaban sueltos por las calles para que fueran alimentados por los vecinos de cada población, Una vez alcanzado su desarrollo se sacrificaban, vendiendo una parte de los mismos y otra dedicarla a la alimentación de los enfermos. Con la grasa obtenían ungüentos para aplicarlos sobre las heridas de los enfermos. Esta quizá sea la versión más certera de por qué acompaña a la imagen de San Antón un cerdo.

Existen diversas obras representando personas afectadas por el ergotismo. Como ejemplo, el cuadro anterior muestra una pintura de Pieter Brueghel, el Viejo, fechado en 1568. Pertenece a la Escuela Flamenca y se titula “Los Lisiados”. Se encuentra en el Museo del Louvre (París).Si nos centramos en España, la Orden fundó dos grandes Encomiendas de los Hospitalarios de San Antonio, la Mayor en Castrojeriz (Burgos) en el camino de Santiago, y la de Olite en Navarra, actual convento de las Clarisas. A partir del siglo XII se fueron creando centros hospitalarios por toda la penínsulaLa primera se fundó hacia el año 1146 por el rey de Castilla Alfonso VII, concretamente el hospital de San Antón en Castrojeriz (Burgos), junto al Camino de Santiago que después pasaría a ser la Encomienda Mayor.
Haciendo el camino de Santiago podemos pasar por el antiguo convento de San Antón de Castrojeriz (Burgos), del siglo XV, el cual se encuentra actualmente en ruinas, donde se ubicaba la Encomienda Mayor de San Antón. En la actualidad dispone de una hospedería de peregrinos.

La segunda Encomienda se fundó alrededor del año 1274 y fue en el Convento Hospital de San Antonio en la ciudad de Olite (Navarra), sede de la Encomienda General para los reinos de Navarra y de la Corona de Aragón. Actualmente es el convento de las Clarisas bajo el nombre de Monasterio de Santa Engracia.

En cuanto a los que cogían la enfermedad no había más solución, en muchos casos, que amputar miembros en algunos de los hospitales, con el fin de evitar la expansión de la gangrena, evitando de esta manera la muerte.

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A esta técnica de amputación se le dio el nombre de “serratura”, técnica que conocían los Antonianos. Este era el medio más eficaz para evitar la gangrena.

De esta práctica, llamada “serratura”, Barthomé (1367-1401), un cirujano de la época, dejó testimonio escrito en su diario de operaciones, tal como lo describe Ricardo Ollaquindia en “La Orden Hospitalaria de San Antonio en Navarra”:

“El paciente estaba sentado en una silla y era sujetado a ella por los ayudantes. Le ponían un velo sobre el rostro. Le daban un preparado a
base de opio, morelle, jusquiame y mandrágora, bien líquido, y muy fuerte, que son plantas con propiedades narcóticas. Le ponían en la boca una esponja humedecida en agua con vinagre y un trozo de cuero para que apretase los dientes. Cuando el enfermo perdía el conocimiento el cirujano cogía la sierra que estaba depositada en el brasero”.

Grabado de la operación quirúrgica de la amputación de una pierna.

La Serratura (hacia 1517). Estampa del Manual de Cirugía de Campaña “Feldtbuch Der Wundartzney” de Hans von Gersdorff. En este grabado se puede ver un enfermo sentado al que le están cortando una pierna por debajo de la rodilla. La sangre cae en el interior de una tina. A la derecha, en segundo plano, un personaje con la mano amputada muestra la “T” propia de los Antonianos sobre el pecho.